Vivimos en una sociedad complicada, nos dejamos arrastrar por el ruido intenso que provoca y no escuchamos el SILENCIO, silencio que nos permita parar y meditar acerca de lo que está ocurriendo dentro de nosotros.
No cuidamos el AMOR, estamos convencidos de que es algo espontáneo que seguirá manteniéndose por los siglos de los siglos sin que debamos hacer nada.
Y no es así, el amor en las relaciones de pareja se renueva con cada estación, se le protege de la lluvia y también del sol para que no enferme, para que no sufra…el buen amor nos devolverá salud y alegría.
Como dice la canción de Rozalén “CUANDO EL AMOR SE MUERE, NO HAY QUE ENCONTRAR A QUIEN CULPAR” pero buscamos culpables, excusas, verdades… no hemos entendido que “el amor es eterno mientras dura” y no- siempre –dura- para -siempre.
Aquello que no se resuelve en la vida tiende a repetirse una y otra vez y así hasta que entendamos que todo tiene una razón, un sentido, un porqué.
Forma parte del aprendizaje, en vez de luchar podemos descubrir otros decorados, nuevas oportunidades, aire nuevo que roza nuestra mejilla con el mejor de los propósitos.
El foco debemos ponerlo en nuestro propio bienestar sin perder de vista que si hemos amado desearemos lo mejor para el otro, su plenitud.
No es fácil, invertimos mucho tiempo en un proyecto del que no tendremos garantías, por ello es necesario vivirlo y disfrutarlo día a día.
Nada nos pertenece, aunque en ocasiones nos sintamos acreedores y con derechos, pero en realidad no funciona así, lo que damos y aportamos queda, permanece y se devolverá de otro modo, quizás con otra forma.
Hagamos lo que hagamos hagámoslo de verdad, con el CORAZÓN, sin reprocharlo más adelante cuando la situación ya no sea tan perfecta.
“Aquellos que consideran su amor como un sacrificio invariablemente querrán que se les recompense por él”.