Custodia compartida, repartida o exclusiva
En todos estos años acompañando a familias en sus procesos de cambio he aprendido algo muy importante, las cosas pueden ser mucho más sencillas de lo que aparentan en un primer momento.
He aprendido que los procesos de divorcio no deben acabar con las familias, los sistemas familiares continúan pues no podemos romper como padre y madre por mucho que nos empeñemos.
El momento más complicado y doloroso viene cuando tenemos que regular los tiempos que van a pasar los hijos con cada parte ¿quién tiene la custodia? ¿Debe ser compartida, repartida o exclusiva?
Desde mi punto de vista, este paso puede hacerse de un modo más natural y amable si concebimos el proceso como una nueva etapa, un cambio familiar en el que todos los miembros se merecen comenzar de la mejor manera, de un modo coherente y equilibrado.
AJUSTAR LA CUSTODIA A NUESTRAS NECESIDADES
Esto es posible si conseguimos dejar al margen el conflicto que nos separa como pareja y centramos en darnos de nuevo la bienvenida como padre y madre. El tipo de custodia será aquel que se ajuste a nuestras necesidades, a nuestros horarios, a nuestra forma de vida actual
¿Por qué centrarse en complicar las relaciones entre los padres y los hijos?
Las familias que no están separadas no organizan el tiempo al 50%, se adaptan a sus necesidades, a las actividades que realizan, concilian su vida laboral y familiar como pueden, ¿por qué tras un divorcio no se puede continuar del mismo modo?
Hoy en día, nuestro sistema jurídico nos permite, dentro de un proceso de mutuo acuerdo, regular “un traje a medida” para cada situación. No debemos renunciar a mantener relaciones de calidad y continuar creando vínculos afectivos tan importantes para el desarrollo psicológico y emocional de los niños. Es una cuestión de prioridades, de centrarse en el bienestar de los hijos y de hacer todo lo necesario para que la nueva situación funcione.
Cuanto antes aceptemos el cambio, más preparados nos sentiremos para gestionar este proceso, una nueva etapa que comienza para todos, ni mejor ni peor que la anterior… diferente. Los hijos necesitan padres y madres responsables, capaces de entenderse, de saludarse con respeto, de mantener relaciones sanas que les aporten seguridad y confianza.
Las custodias son sólo términos escritos en un papel, un divorcio no rompe nuestra relación como padres, todo lo contrario, puede suponer una oportunidad para entendernos mejor sin tensiones provocadas por las diferencias que nos separaban. Y si no conseguimos entendernos como padres, tendremos que esforzarnos en aceptarnos y tolerarnos y aprender del proceso que ha llegado a nuestras vidas.
Mencionando a Víktor Frankl “Cuando no podemos cambiar la situación a la que nos enfrentamos, el reto consiste en cambiarnos a nosotros mismos”.